Una vida solitaria - Un breve relato de la vida de Jesús
Hace casi dos mil años, en una aldea remota, nació un niño de una campesina. Creció en otra aldea, donde trabajó como carpintero hasta los treinta años. Luego, durante tres años, se convirtió en predicador itinerante.
Este hombre nunca fue a la universidad ni al seminario. Nunca escribió un libro. Nunca ocupó un cargo público. Nunca tuvo familia ni casa propia. Nunca puso un pie en una gran ciudad ni viajó ni siquiera 320 kilómetros desde su lugar de nacimiento. Y aunque nunca hizo nada de lo que suele acompañar a la grandeza, multitudes lo siguieron. No tenía más credenciales que él mismo.
Siendo aún joven, la opinión pública se volvió contra él. Sus seguidores huyeron. Fue entregado a sus enemigos y sufrió la burla de un juicio. Fue sentenciado a muerte en una cruz entre dos ladrones. Mientras agonizaba, sus verdugos apostaron por su única propiedad en la tierra: el sencillo abrigo que había usado. Su cuerpo fue depositado en una tumba prestada por un amigo.
Pero tres días después, este Hombre resucitó de entre los muertos, prueba viviente de que Él era, como Él había afirmado, el Salvador que Dios había enviado, el Hijo encarnado de Dios.
Diecinueve siglos han transcurrido y hoy el Señor Jesucristo resucitado es la figura central de la humanidad. En nuestros calendarios, su nacimiento divide la historia en dos eras. Un día de cada semana se dedica a su memoria. Y nuestras dos festividades más importantes celebran su nacimiento y resurrección. En los campanarios de las iglesias de todo el mundo, su cruz se ha convertido en el símbolo de la victoria sobre el pecado y la muerte.
La vida de este hombre ha inspirado más canciones, libros, poemas y pinturas que cualquier otra persona o acontecimiento de la historia. Miles de universidades, hospitales, orfanatos y otras instituciones se han fundado en honor a quien dio su vida por nosotros.
Todos los ejércitos que alguna vez marcharon, todas las armadas que alguna vez navegaron, todos los gobiernos que alguna vez se sentaron, todos los reyes que alguna vez reinaron no han cambiado el curso de la historia tanto como esta Única Vida Solitaria.
A lo largo de los siglos, millones han encontrado una nueva vida de perdón de pecados y paz con Dios mediante la fe en Jesucristo. Hoy, Él ofrece esta vida a todos los que crean en Él. «Yo soy el camino, la verdad y la vida», dijo Jesús; «nadie viene al Padre sino por mí». «El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Juan 14:6, 5:24).